El Vignemale es un gran pico, muy alpino, de paredes imponentes y lugar de históricas gestas montañeras. Está muy cerca si hablamos de distancia, pero cuando hablamos de horas...
Hace tiempo leí una reseña de la vuelta al Vignemale, pero me pareció una salvajada, hablaban de tres días, pero alguno lo dejaba en dos con " jornadas maratonianas". Unos Montañeros que se pegaron 8 días seguidos - su relato - hablaban de horarios muy duros. Aunque para horarios duros, Jesús Sánchez, corriendo: 6 horas y media.
Pero yo, que soy una persona normal, me apetecía después de esta primavera-verano totalmente parado por la - ¡#%@&! - lluvia, salir al monte en serio y me cogí un día de fiesta para eventuales retrasos. Todos los compañeros de montaña estaban de vacas y me fui solo. Hacía tiempo que no andaba en condiciones, pero me veía animado. Cogí los cacharros y no me lo pensé dos veces.
Viernes, 25 de Julio de 2008:
Llegué a San Nicolás de Bujaruelo punto de partida de esta ruta circular. Con puente, y finde, estaba a reventar. Cené, preparé cacharros para no tener que madrugar, y me tumbé a la bartola, varios sudokus y al sobre. No llevaba tienda, osea que las opciones eran pocas, esterilla, funda de vivac y la fonda de la estrella. Estaba nublado y al cabo de varias vueltas, por el rabillo del ojo la vía láctea asomaba; bueno - pensé - se aclara. Había cambiado el viernes por el lunes por posible mal tiempo y la cosa pintaba bien.
Sábado, 26 de Julio de 2008:
Ocho de la mañana suena el despertador... No había puesto nada, ¿ pero quien lo necesita ?. Después de medio millón de vueltas, contar todas las horas, las medias, los cuartos, solo faltaba que me durmiera...
Unos estiramientos - super higiénica costumbre que me he autoimpuesto y recomiendo efusivamente -, terminar de cargar la mochila, chapar el buga y a jugar !.
Un muchacho que llevé a dedo me dio su particular horario para subir al primer objetivo: El ibón de Bernaturara, 2305 m, 2 horas, con dos pares. Mil metros de desnivel desde San Nicolás, para entrar en tema, cargado como un burro - cada uno se carga como lo que es - y dos horas, no se yo...
El valle de Bujaruelo está atravesado por una infrautilizada y horrorosa linea de alta tensión que sirve de guía para la ruta del puerto de Bujaruelo.
Para no perderse me decía el joven: en la última pilona de la loma, a la izquierda - hay una flecha amarilla - y ya está. Cojonudo, viva la señalización hispana. ¿Y las vacas ?. Llego a la pilona, veo la señal, sigo y veo un puente, pero sin senda.
- Josan, que la vas a cagar, que la senda sigue recto.
- Subo - no me gusta -
- Bajo, veo la señal otra vez.
- Llego al puente; tiene que ser por aquí pero no hay una puñetera marca !.
Al final, bajo los árboles, veo una senda casi sin marcar, uf menos mal. Subo un poco y me encuentro a unos jóvenes que habían subido una hora por la senda anterior hasta que casi llegaban al puerto.
La subida es entretenida, y como calentamiento está cojonuda, pero 3 horas. Unos bomberos franceses daban la nota de color al laguito. Está entre dos colladitos y al otro lado estaba la Galia; empezaba la invasión !!!.
El valle de la Canau es el típico valle cubierto de vacas y marmotas; hierba, boñigos, vacas y más boñigos. Muy abierto, permite entrever los cercanos y empinados valles vecinos. Es bajada, pero mis rodillas recomiendan moderación Salesiana.
Las marmotas locales son bastante más sociables que sus vecinas españolas. Te puedes acercar razonablemente y no huyen hasta que te acercas demasiado. Aunque tampoco corren mucho.
Lo bueno que tiene ir a otros países es que practicas idiomas: Bonjour !, Bonjour !, Bonjour !...
Al final del valle esta la cabaña de Lourdes - para pastores - y el final de la carretera que sube de Gavarnie y lugar más cercano para subir al Vignemale: el valle de Ossue. Este valle parece más del Himalaya que del pirineo, tiene un aire majestuoso, muy bonito, y muy alpino; en invierno tiene que ser im-presionante.
Sigo subiendo, unos buitres devoran un cadáver, y los puentes de nieve y las cascadas se suceden, estamos altos, y se atisban grandes picos.
El refugio para subir al V. es el de Baysellance, que está a la no desdeñable cota de 2651 m., yo no tenía intención de pernoctar en él y pensaba dormir en un vivac o - recomendación de unos amables madrileños - dormir en la grotte Bellevue. La idea de dormir en la cueva de Henry Russell me daba morbo, pero cuando llegue - pensé - veremos el estado.
Hay un sendero excavado en la roca - bastante aéreo - que imagino mandó tallar este hombre - Rusell -. Las lazadas se suceden, un rebaño de ovejas - curiosamente - reposa encima de un nevero; estas ovejas francesas...
Mi altímetro me dice que estoy cerca de las cuevas, y tras una vuelta, el glaciar amanece a mi vista y en un lado están las tres cuevas Bellevue, y hacen gala del nombre, todos los picos de la zona están enfrente: Los Astazus, la Arista de los Druidas, la Gran cascada - un trocito - , el Casco, la Torre, el Taillón, la Brecha... increíble vista !. Me siento un rato, llevo cinco horas y media desde el colladito...
Unos simpáticos vascos aparecen y me echan unas fotos, me aconsejan subir más y así adelantar faena para mañana. Me parece que les voy a hacer caso, aquí para todo el mundo y no dormiré.
Sigo subiendo, no tengo demasiadas ganas pero no hay muchas opciones. El glaciar queda a unos 200 metros sobre mi cabeza, invierto una media hora en el trayecto y en el comienzo de la nieve pongo mi campamento. Primero me hago un vivac bajo una pared, pero no me acaba de convencer, y me voy a otro lado. Tiene una vista similar a las cuevas, pero al cabo de un rato las nubes tapan las cuevas y me doy cuenta de mi acierto: Las cuevas quedan bajo el mar de nubes y yo estoy por encima a unos 2850 m.
Una sopa reconforta mi maltrecho cuerpo y unas viandas la complementan. Son las 8, y ahora; ¿ cuántos sudokus tendré que hacer ?. Me pongo en el tema y de vez en cuando levanto mi cabeza sobre las piedras para admirar semejante vista; vaya pasada !. En esas que un sarrio se pone a tiro, con su silueta magnífica; ¡¡ estoy en la montaña !!, como en las películas...
No tengo nada de sueño y el suelo está como una piedra, ¿ será porque es de piedra ?. Me imagino las vueltas que voy a dar y solo escuchar a Alison Krauss parece que me anima un poco. Me tengo que levantar pronto: ¿ Las 4 ?, joder no te pases, ¿ y media ?, bueno... !.
Se hace de noche, el mar de nubes sigue bajo mi vivac, el cielo está precioso; vaya día. A las tres la cosa se empieza a joder, ya decía yo, una vez que acierta el del tiempo. Las cuatro y peor, no se ve ni para escupir. Pongo el despertador a las 5. Las cinco y hay que levantarse, jooooder, un poco más...Bueno...
Domingo, 27 de Julio de 2008 ( por ponerlo en algún lado ):
Cinco y veinte de la mañana, dudas para encontrar el cazo de la leche - es igual que el de la sopa -, unas luces que aparecen por el comienzo de la senda - joder si que madrugan - deben ser franceses.
Recojo la parada cuando están llegando, son cuatro, franceses, y se equipan un poco más adelante. Me coloco las polainas, los crampones y me ato el piolet. No me encuentro demasiado mal, las piernas me funcionan bien. Es de noche, el frontal ilumina la huella, la nieve está muy blanda. La isoterma de 0ºC estaba a 4500 m. y la noche no había sido fría.
Los franceses son mas jóvenes y me sacan una lazada. En las cimas próximas el rojo comienza a iluminar sus cimas, algunos rayos de sol cruzan los collados. El pequeño Vignemale se comienza a teñir del mismo color, la nieve cambia su tonalidad y le da un aire majestuoso.
Por fin el sol, en su lucha, asoma tímido y nos permite admirar - brevemente - el impresionante perfil del circo. La niebla vuelve a cubrirlo todo.
El glaciar ha perdido su pendiente y se vuelve más "plano". A la derecha se divisan las siluetas de la Punta Chausenque y del Pitón Carré. A su lado - pienso - debe estar el agujero del Couloir de Gaube. El espíritu montañero me llena el corazón junto a esos picos míticos y a la vez me siento pequeño, solo, en la inmensidad del glaciar.
La huella termina junto a una pared, no se ve nada, pero los aparejos de los franceses y sus voces me indican el camino a seguir. Es una pared fácil, pero plagada de piedras sueltas, es como una pirámide con escaloncitos. La roca es fantástica, hay algunos trozos muy bellos. Llego arriba y no se ve nada. Es triste llegar a una cumbre y no disfrutarla, pero son las ocho de la mañana, es lo que hay. Los galos me hacen unas fotos, hablamos, son jóvenes, un chico habla con su compañera y le da instrucciones.
Comienzan a bajar y yo voy detrás; joder que lentos !. Oigo voces de personas que van llegando a la pared. Los voy a adelantar, voy más rápido que ellos, de pronto: Pierres...pierres...!!!. Miro hacia arriba y veo una nube de piedras que viene hacia mí, hay dos medianas por los lados y una muy gorda - del tamaño de un cartón de tabaco - que viene directo a mí. Me quedo quieto para ver donde pega y hacia donde rebota, con la ingenua idea de esquivarla. Pasa junto a mí, no la he oído silbar, pero estaba cerca. Las voces que subían me dicen que me ha pasado muy cerca. No grito, no blasfemo, sólo corro, los escalones pasan a toda velocidad, quiero bajar de aquel peligroso lugar. Me acuerdo de los madrileños y la piedra que les habían tirado también.
Doy gracias por mi suerte, aunque no me lo acabo de creer. La imagen se repite en mi cabeza, no siento nada, ¿ será un sueño ?, ¿ habré muerto ?, me tiemblan las piernas, estoy vivo.
Me da el ánimo para mirar el Couloir de Gaube. Hay una pequeña "terraza - mirador" y 800 metros más abajo el glaciar. Un poco más abajo se divisa el refugio de las Oulettes de Gaube.
Hace tiempo leí una reseña de la vuelta al Vignemale, pero me pareció una salvajada, hablaban de tres días, pero alguno lo dejaba en dos con " jornadas maratonianas". Unos Montañeros que se pegaron 8 días seguidos - su relato - hablaban de horarios muy duros. Aunque para horarios duros, Jesús Sánchez, corriendo: 6 horas y media.
Pero yo, que soy una persona normal, me apetecía después de esta primavera-verano totalmente parado por la - ¡#%@&! - lluvia, salir al monte en serio y me cogí un día de fiesta para eventuales retrasos. Todos los compañeros de montaña estaban de vacas y me fui solo. Hacía tiempo que no andaba en condiciones, pero me veía animado. Cogí los cacharros y no me lo pensé dos veces.
Viernes, 25 de Julio de 2008:
Llegué a San Nicolás de Bujaruelo punto de partida de esta ruta circular. Con puente, y finde, estaba a reventar. Cené, preparé cacharros para no tener que madrugar, y me tumbé a la bartola, varios sudokus y al sobre. No llevaba tienda, osea que las opciones eran pocas, esterilla, funda de vivac y la fonda de la estrella. Estaba nublado y al cabo de varias vueltas, por el rabillo del ojo la vía láctea asomaba; bueno - pensé - se aclara. Había cambiado el viernes por el lunes por posible mal tiempo y la cosa pintaba bien.
Sábado, 26 de Julio de 2008:
Ocho de la mañana suena el despertador... No había puesto nada, ¿ pero quien lo necesita ?. Después de medio millón de vueltas, contar todas las horas, las medias, los cuartos, solo faltaba que me durmiera...
Unos estiramientos - super higiénica costumbre que me he autoimpuesto y recomiendo efusivamente -, terminar de cargar la mochila, chapar el buga y a jugar !.
Un muchacho que llevé a dedo me dio su particular horario para subir al primer objetivo: El ibón de Bernaturara, 2305 m, 2 horas, con dos pares. Mil metros de desnivel desde San Nicolás, para entrar en tema, cargado como un burro - cada uno se carga como lo que es - y dos horas, no se yo...
El valle de Bujaruelo está atravesado por una infrautilizada y horrorosa linea de alta tensión que sirve de guía para la ruta del puerto de Bujaruelo.
Para no perderse me decía el joven: en la última pilona de la loma, a la izquierda - hay una flecha amarilla - y ya está. Cojonudo, viva la señalización hispana. ¿Y las vacas ?. Llego a la pilona, veo la señal, sigo y veo un puente, pero sin senda.
- Josan, que la vas a cagar, que la senda sigue recto.
- Subo - no me gusta -
- Bajo, veo la señal otra vez.
- Llego al puente; tiene que ser por aquí pero no hay una puñetera marca !.
Al final, bajo los árboles, veo una senda casi sin marcar, uf menos mal. Subo un poco y me encuentro a unos jóvenes que habían subido una hora por la senda anterior hasta que casi llegaban al puerto.
La subida es entretenida, y como calentamiento está cojonuda, pero 3 horas. Unos bomberos franceses daban la nota de color al laguito. Está entre dos colladitos y al otro lado estaba la Galia; empezaba la invasión !!!.
El valle de la Canau es el típico valle cubierto de vacas y marmotas; hierba, boñigos, vacas y más boñigos. Muy abierto, permite entrever los cercanos y empinados valles vecinos. Es bajada, pero mis rodillas recomiendan moderación Salesiana.
Las marmotas locales son bastante más sociables que sus vecinas españolas. Te puedes acercar razonablemente y no huyen hasta que te acercas demasiado. Aunque tampoco corren mucho.
Lo bueno que tiene ir a otros países es que practicas idiomas: Bonjour !, Bonjour !, Bonjour !...
Al final del valle esta la cabaña de Lourdes - para pastores - y el final de la carretera que sube de Gavarnie y lugar más cercano para subir al Vignemale: el valle de Ossue. Este valle parece más del Himalaya que del pirineo, tiene un aire majestuoso, muy bonito, y muy alpino; en invierno tiene que ser im-presionante.
Sigo subiendo, unos buitres devoran un cadáver, y los puentes de nieve y las cascadas se suceden, estamos altos, y se atisban grandes picos.
El refugio para subir al V. es el de Baysellance, que está a la no desdeñable cota de 2651 m., yo no tenía intención de pernoctar en él y pensaba dormir en un vivac o - recomendación de unos amables madrileños - dormir en la grotte Bellevue. La idea de dormir en la cueva de Henry Russell me daba morbo, pero cuando llegue - pensé - veremos el estado.
Hay un sendero excavado en la roca - bastante aéreo - que imagino mandó tallar este hombre - Rusell -. Las lazadas se suceden, un rebaño de ovejas - curiosamente - reposa encima de un nevero; estas ovejas francesas...
Mi altímetro me dice que estoy cerca de las cuevas, y tras una vuelta, el glaciar amanece a mi vista y en un lado están las tres cuevas Bellevue, y hacen gala del nombre, todos los picos de la zona están enfrente: Los Astazus, la Arista de los Druidas, la Gran cascada - un trocito - , el Casco, la Torre, el Taillón, la Brecha... increíble vista !. Me siento un rato, llevo cinco horas y media desde el colladito...
Unos simpáticos vascos aparecen y me echan unas fotos, me aconsejan subir más y así adelantar faena para mañana. Me parece que les voy a hacer caso, aquí para todo el mundo y no dormiré.
Sigo subiendo, no tengo demasiadas ganas pero no hay muchas opciones. El glaciar queda a unos 200 metros sobre mi cabeza, invierto una media hora en el trayecto y en el comienzo de la nieve pongo mi campamento. Primero me hago un vivac bajo una pared, pero no me acaba de convencer, y me voy a otro lado. Tiene una vista similar a las cuevas, pero al cabo de un rato las nubes tapan las cuevas y me doy cuenta de mi acierto: Las cuevas quedan bajo el mar de nubes y yo estoy por encima a unos 2850 m.
Una sopa reconforta mi maltrecho cuerpo y unas viandas la complementan. Son las 8, y ahora; ¿ cuántos sudokus tendré que hacer ?. Me pongo en el tema y de vez en cuando levanto mi cabeza sobre las piedras para admirar semejante vista; vaya pasada !. En esas que un sarrio se pone a tiro, con su silueta magnífica; ¡¡ estoy en la montaña !!, como en las películas...
No tengo nada de sueño y el suelo está como una piedra, ¿ será porque es de piedra ?. Me imagino las vueltas que voy a dar y solo escuchar a Alison Krauss parece que me anima un poco. Me tengo que levantar pronto: ¿ Las 4 ?, joder no te pases, ¿ y media ?, bueno... !.
Se hace de noche, el mar de nubes sigue bajo mi vivac, el cielo está precioso; vaya día. A las tres la cosa se empieza a joder, ya decía yo, una vez que acierta el del tiempo. Las cuatro y peor, no se ve ni para escupir. Pongo el despertador a las 5. Las cinco y hay que levantarse, jooooder, un poco más...Bueno...
Domingo, 27 de Julio de 2008 ( por ponerlo en algún lado ):
Cinco y veinte de la mañana, dudas para encontrar el cazo de la leche - es igual que el de la sopa -, unas luces que aparecen por el comienzo de la senda - joder si que madrugan - deben ser franceses.
Recojo la parada cuando están llegando, son cuatro, franceses, y se equipan un poco más adelante. Me coloco las polainas, los crampones y me ato el piolet. No me encuentro demasiado mal, las piernas me funcionan bien. Es de noche, el frontal ilumina la huella, la nieve está muy blanda. La isoterma de 0ºC estaba a 4500 m. y la noche no había sido fría.
Los franceses son mas jóvenes y me sacan una lazada. En las cimas próximas el rojo comienza a iluminar sus cimas, algunos rayos de sol cruzan los collados. El pequeño Vignemale se comienza a teñir del mismo color, la nieve cambia su tonalidad y le da un aire majestuoso.
Por fin el sol, en su lucha, asoma tímido y nos permite admirar - brevemente - el impresionante perfil del circo. La niebla vuelve a cubrirlo todo.
El glaciar ha perdido su pendiente y se vuelve más "plano". A la derecha se divisan las siluetas de la Punta Chausenque y del Pitón Carré. A su lado - pienso - debe estar el agujero del Couloir de Gaube. El espíritu montañero me llena el corazón junto a esos picos míticos y a la vez me siento pequeño, solo, en la inmensidad del glaciar.
La huella termina junto a una pared, no se ve nada, pero los aparejos de los franceses y sus voces me indican el camino a seguir. Es una pared fácil, pero plagada de piedras sueltas, es como una pirámide con escaloncitos. La roca es fantástica, hay algunos trozos muy bellos. Llego arriba y no se ve nada. Es triste llegar a una cumbre y no disfrutarla, pero son las ocho de la mañana, es lo que hay. Los galos me hacen unas fotos, hablamos, son jóvenes, un chico habla con su compañera y le da instrucciones.
Comienzan a bajar y yo voy detrás; joder que lentos !. Oigo voces de personas que van llegando a la pared. Los voy a adelantar, voy más rápido que ellos, de pronto: Pierres...pierres...!!!. Miro hacia arriba y veo una nube de piedras que viene hacia mí, hay dos medianas por los lados y una muy gorda - del tamaño de un cartón de tabaco - que viene directo a mí. Me quedo quieto para ver donde pega y hacia donde rebota, con la ingenua idea de esquivarla. Pasa junto a mí, no la he oído silbar, pero estaba cerca. Las voces que subían me dicen que me ha pasado muy cerca. No grito, no blasfemo, sólo corro, los escalones pasan a toda velocidad, quiero bajar de aquel peligroso lugar. Me acuerdo de los madrileños y la piedra que les habían tirado también.
Doy gracias por mi suerte, aunque no me lo acabo de creer. La imagen se repite en mi cabeza, no siento nada, ¿ será un sueño ?, ¿ habré muerto ?, me tiemblan las piernas, estoy vivo.
Me da el ánimo para mirar el Couloir de Gaube. Hay una pequeña "terraza - mirador" y 800 metros más abajo el glaciar. Un poco más abajo se divisa el refugio de las Oulettes de Gaube.
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Esto es una prueba
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