Cuando ves algunos aparatos que hicieron a finales de XIX y principio del XX, se te saltan las lágrimas: bonitos y eficientes diseños, materiales nobles, coeficientes de seguridad increíbles y además duraderos. Los podrías poner, como la fotografía siguiente, para mesa.
Los INGENIEROS de aquellas épocas eran personas con formaciones humanisticas, técnicas y personales increíbles. Además la mayoría eran personas excepcionalmente inteligentes. También había ingenieros un poco "chulos", lógicamente, - aunque yo creo que eran los menos - como José María Escriña Iracheta que fue a hacer un puente entre Villafer y Villaquejida, en el Esla y - dicen - que no se le ocurrió otra inteligente y prepotente frase que: " El agua de este rio la bebe mi caballo ". El Esla registró una de las riadas más importantes del S.XX, y le costó varios proyectos el hacer el puente; el rio le demostró - con sus riadas - que no se la bebería su caballo.
Pero lo importante es el legado que nos han dejado en forma de aparatos, que hoy son verdaderas joyas para estar en museos. Os pongo una selección de algunos que he podido fotografiar. Verlos tirados en las chatarras industriales de cualquier lugar, abandonados, después de años de trabajo, rotos, olvidados. Este país no tiene cultura industrial, pero si me lio será peor...
No puedo olvidar a los montadores, verdaderos artistas, desplazados con sus baúles llenos de herramientas a países civilizados o no, haciendo tareas que hoy no sabríamos hacer con aquellos medios. Y con los que tenemos, me lo pensaría... Se ha perdido la profesionalidad, el saber hacer, la especialización y llevamos camino de perder hasta la camisa. Los profesionales han sido relegados a tareas que no puede hacer la contrata, pero sin ningún valor añadido y sin ningún interés - lo digo por propia experiencia - ; solo valemos para sacar la chatarra que dejan.
Pero ya vale de llorar que es el primer post de este blog y ya da pena !.
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