viernes, 27 de junio de 2008

Las bibliotecas aragonesas en "red" y el crecimiento cero.

Hoy me tocaba el cambio de look estacional; ya empezaba a sudar la gota gorda con las "melenas" y la barba, y como cada año por estas fechas, he hecho mi propia Rapa das Bestas...

Por el camino, entre cambio de acera buscando la sombra, he pasado por la casa de la cultura y me ha venido a la cabeza una idea; quería recuperar mi antiguo
carnet de lector de la biblioteca. Me hacia ilu tener mi antiguo número.
Mi tía - gran lectora en aquella época - me llevó aquel año 73 a un lugar - desconocido para mí - lleno de libros. Tenía una curiosa pecera - lease habitación con las paredes llenas de cristales - llena de pequeñas mesas y sillas, multitud de estanterías plagadas de libros y un montón de niños como yo. Sentía nostalgia de joven/viejo lector...
No me acordaba que esta idea era vieja y ya no pude recuperarlo en otra ocasión anterior y me dieron un nuevo número; lástima. ;-).

Ya que estaba allí, decidido hacerme el nuevo
carnet. Ahora vale para toda la red de bibliotecas de Aragón. Y hablando con la nueva y amable bibliotecaria sobre los intríngulis de las nuevas tecnologías, voy y le digo:

- En las tarjetas de los libros seguro que todavía aparezco, pues mis lecturas son poco populares, y no se deben haber agotado los espacios - raro que es uno -
- Pues igual no puedes mirarlo.
- ¿Por qué ?.
- Pues resulta que las tarjetas de los libros atentan contra la intimidad. Cuando alguien coje un libro con tarjeta, la rompemos.
-
Tocate los huevos - pensaba yo -

Resulta que tiran expedientes personales de malos tratos de unos juzgados a la basura corriente y moliente, que los puede coger cualquiera y leerlos, y no pasa nada. Pero si vas y te lees el Quijote - si hay alguien que lo lee ahora - y miras la tarjeta, rompes la intimidad de los otros lectores, y se la dejas hecha unos zorros. Amen.

Con lo bien que venía para saber si lo habías leído...Podían haber quitado simplemente la firma y haber dejado el número, que es "anónimo". Pero igual había que pensar...

Un poco perplejo de tanta
mariconada, elijo un libro para estrenar mi nuevo carnet y me dice: Estos libros que ya no se leen les queda poca vida;

- ¿ Qué pasa hay una plaga de filoxera
bibliofílica?
- No, es que las directrices de la dirección de bibliotecas nos obligan a crecimiento cero.
- ¿
Cómorrrr?.
- Si, que de vez en cuando - muy a nuestro pesar - tenemos que tirar una cantidad indeterminada de libros. Cada vez que viene la dirección provincial nos lo recuerda.
- ¿ Y cómo hacéis para seleccionarlos ? - curiosidad insana que tiene uno -
- Pues los que nadie lee - si no son clásicos - los tiramos a un contenedor para reciclaje....
- Y no podéis donarlos a alguien, a alguna cárcel, a un anormal que le guste leer ?.
- No, los tiramos para reciclar.
-
Tocate los huevos - volví a pensar yo -

Uno que es un poco ingenuo y pensaba que esto era una anécdota de una bibliotecaria/o solitaria/o de algún pueblo/a perdido/a, no salía de mi asombro. Para no hacer mala sangre, ni poner adjetivos a las cosas, me cojo mi "libro de vida precaria" y me marcho preguntándome:

Con estos criterios, ¿ qué son libros clásicos, y salvables del reciclaje ?.
En veinte ciclos de crecimiento cero, ¿ qué libros quedarán ?.

¿ POR QUE COÑO TENGO QUE PENSAR YO ?.

Esto es un hecho verídico y real - lamentablemente -

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues vivan las modernidades. (sarcamo)
De todas formas no en todas las bibliotecas tiran las tarjetas, pero tengo que preguntar lo de "los libros de vida precaria".

Josan me fecit dijo...

Delante de mí rompió la tarjeta del libro que me llevaba. Estaba pensando pedirsela porque salía mi firma de los años 80, pero claro igual atentaba contra la intimidad de los demás firmantes...