lunes, 16 de junio de 2008

Las 24 horas corriendo de Monzón

Hablando un día con Dani me dijo: el día x hacen 24 horas corriendo y tal y cual. Ah !, pues vale, me apunto. Pensando un poco - excesos que hago de manera excepcional - me dije que sería curioso correr por la noche. En las pistas, sólo había estado una vez y así de paso no hacía demasiado el ridículo, o por lo menos pasaba más desapercibido. Y le dije: ¿ no se podría correr de noche ?: Ya se lo diré a Luis que es el que lo organiza. Así quedamos.

El día X menos una semana recibo un correo: Josan te toca correr a las cinco de la mañana: Cooooño - exabrupto - joooder, a las cinco !!!. Vale que me apeteciera correr de noche, pero no había una hora menos de noche !!!. En fin, como además de chico fácil soy semi-masoca, me dije: Bueno, además de correr de noche, veré amanecer, podría ser peor.

Y así quedamos, o mejor, media hora antes, para cubrir una posible falta, osea levantarse a las 4 y pico. Duda transcendental:¿ Me echo o no me echo ?. Si no me echo, me tocará limpiar toda la pista después de correr - el rastro se entiende - además de hacer el ridículo consiguiente. Si me echo, con un poco de suerte, pasaré desapercibido e incluso puedo terminar. Decidido; me echo.

El ambiente en la pista era muy distendido y agradable, estábamos tres y el que corría. Yo diciendo sandeces consecuentes a la somnolencia, y barbaridades a Manu que es el que estaba en ese momento en la pista. Hacía una temperatura fresca y me había llevado unas mallas largas porsi. El anterior a mí, llevaba una chaqueta, la humedad era alta, había hasta un poco de bruma como cuando se va la niebla.

Por fin me tocó mi turno, estaba nervioso, suponía que no tendría problemas, pero mi inexperiencia era manifiesta. Por el rabillo del ojo vi llegar a David, mi salvavidas en caso de fiasco. Manu me devolvió todas las animaladas que le había dicho en su turno, y así fueron pasando las vueltas.

Me había dejado el pañuelo y el sudor me estaba jodiendo la vista, el lado de la montaña era más solitario y frío que la nevera de un esquimal, la pista era un autentico reto contra el coco; se hacía eterna, además el tartán es más duro de lo que yo pensaba y se me estaban empezando a tensar los gemelos - no me gustan las superficies duras - pero seguía haciendo vueltas. Intenté contarlas, pero a la séptima u octava, la neurona me patinó y la tuve que poner de apoyo psicológico para no decaer. Q
uería terminar y lo conseguí.

La última vuelta, al llegar, me dice el m* de Manu: una más !: Y un pepino !!!.

Fue una experiencia muy gratificante, aunque un grupo de simpáticas señoritas se habían ido un poco antes, y hubieran sido una agradable compañía. Gogos y todo !. Pero volvieron a las seis o algo así e hicimos unas risas...

Resumen: Se batió el record de vueltas de los corredores populares del año anterior, y fue una agradable convivencia. Para repetir.

m* lease maricón

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