jueves, 9 de julio de 2009

La Palma, la isla bonita ( I )


Siempre he tenido la ilusión de conocer un Observatorio Astronómico por dentro, todas sus partes, estructuras, la cúpula, los diferentes telescopios, y toda la parafernalia que llevan consigo. Además como suelen estar ubicados en lugares estratégicos, se une la belleza de las vistas, los parajes, e incluso el contraste de las estructuras metálicas con el medio ambiente.

Como estuve de vacaciones pagadas por el Ministerio de Defensa – hace ya unos años – en las Canarias y entonces mi presupuesto para viajes era menor no tuve la oportunidad de conocer más que la isla de Tenerife. Siempre había sido una espinita y hace unos años me planteé, al más puro estilo montañero, conocerlas todas y poder disfrutar de ellas tranquilamente y sin escopeta.


El IAC - Instituto de Astrofísica de Canarias - organiza jornadas de puertas abiertas y es posible visitar sus observatorios y entre ellos el más relevante: El Roque de los Muchachos en la isla de La Palma. Era una idea ir, pero nunca me había planteado con seriedad el viaje. Este año al mirar los cursos de verano de la UNED, y como los de Barbate no me hacían tilín, pensé en escampar a algún lugar más apartado y con diferentes costumbres gastronómicas. Mirando encontré un curso de Astronomía desde un lugar privilegiado – La Palma – y en teoría incluía una visita al Observatorio de Roque de los muchachos. En cualquier caso, la idea es acercarse, reconocer el terreno, y disfrutar. Cuando vuelva ya veremos si ha cumplido mis expectativas o debo repetir…

20090627

Los desplazamientos desde el Villorrio. Sorprendentemente no me ha tenido que llevar nadie ni a Z., ni a L.: he salido del Villorrio como en las películas. El tren era un regional y no me acordaba de lo duros e incómodos que son los asientos. El trayecto por los Monegros me ha resultado negativo al ver las desvencijadas, abandonadas y casi fuera de uso estaciones de tren. Enri disfrutaría de los hierros, retratando el paso del tiempo, y la tristeza que se respira en ellas. El paso del tiempo no perdona, es riguroso, duro, y castiga todas esas estructuras que se oxidan pacientemente.

La “graciosa” decoración de grafiteros y demás energúmenos, unida a la más pura acumulación de mierda – hablando en plata – en todos los lugares – incluyendo la “estación” de Grañen – revelan un paisaje, habitual para los que las frecuentan pero muy penoso para los viajeros ocasionales.
Contrasta marcadamente, al llegar a Delicias, con su estructura excepcional y megalomaníaca, sus modernidades, vidrios y demás mariconadas. Con tamaños equipamientos no pudieron señalizar el “transfer”; curioso invento que evita tengas que dar una vuelta turística por la estación.

He de reconocer que el otro día – aparentemente – me equivoqué al decir que a las 6,30 no había ningún antro para tomar café, pues abren a las 6,00. Perdón. Quisiera decir en mi descargo que aún hoy no lo veía abierto – aún tengo dudas de que el otro día lo estuviera – y me ha sido difícil ver la entrada de dicho antro. ( Hay un comedor anterior que lo tapa todo ). En fin.


Rumbo a todo trapo cara al foro, escuchando a Kate Rusby – muy recomendeibol – escribo estas lineas para iluminar mi viaje.


El hotel Auditorium que me he buscado para pernoctar es un escándalo, lleno de muebles antiguos, pinturas, vaciados de esculturas, bargueños, jarrones y unas dimensiones XXL. Además de ser el más grande de Europa – eso pone en la entrada -.

La cosa esta es del Barceló...

Me he tomado un baño en la piscina situada en una terraza del edificio. Se me han jodido las gafas de nadar y parecía que me había bebido una docena de cubatas dando bandazos por la piscina.
He salido para ventilarme, a lo largo de la vía de servicio de la A2, buscando un lugar para comer algo, y he localizado un antro. Decididamente los pepitos de ternera de Madrid no me gustan, cortan la ternera como si fueran leñadores. Ahora tumbado a la bartola en una cama acorde a las dimensiones del hotel, leyendo y escribiendo, para descansar un poco para mañana.

20090628

Me he levantado pronto, el avión sale a las 11 y este hotel tiene un servicio de transporte al aeropuerto que era lógico estuviera hasta el culo – como ha sido -. La T4 me gusta estéticamente – milagro que me guste algo -. Aparentemente es lógica, aunque la gestión de los flujos de peña a la entrada está mal parido, pero creo que más por las empresas que por la forma de construcción.


Las formas ondulantes y los colores dan paz a los sufridos usuarios y parece que está razonablemente utilizado el espacio ( o sea que la estructura además de aguantar el techo no jode el interior ).
Los accesos a Barajas podrían ser tema de varios libros de terror y se podría hablar largo y tendido. Visto desde el aire parece una madeja embolicada, unas vueltas psicopáticas que dan las autovías y carreteras de acceso para llegar.

Recomendable una fotografía panorámica de Fernando Ortega de la T4 retocada con Lightroom.
El viaje en avión ha sido correcto. La pista en la isla de La Palma es única y justilla, puedes joderle al aterrizar al señor José los plátanos, pero como te descuides con los frenos te los comes – los plátanos – en la playa. Están ampliando la Terminal, la antigua parece más una calle típica que un aeropuerto. Bien.

Al bajar del taxi el fuerte aroma a mar lo llena todo, el cielo levemente cubierto – no lloverá mañana me decía – y el mar azul oscuro con rayitas turquesa. Las rocas – todas aparentemente sólidas y pesadas – alternan sus colores con rayitas de escorias sulfurosas y amarillentos colores.

El hotel no es nada del otro jueves, pero no había otro que estuviera cerca y no necesitara coche. He salido a comer y he visto una arepería venezolana que me ha traído muy buenos recuerdos. Al final he parado en un bar regentado por cubanos: "La floridita". La pareja que están por la mañana son encantadores y nos han tratado culinariamente y personalmente de P.M. Allí he pedido un plato combinado al estilo cubano: Floridita; Arroz con frijoles – con una especia que el maricón no me ha dicho -, cochino, plátanos y ensalada de guarnición. Para postre un sabroso flan y en vez de café me he aplicado un mojito que sacaba muy buena pinta – y sabor -.

La Floridita era un bar de Cuba donde solía esta Hemingway – de eso me he enterado después -.
Luego siesta y aquí estoy pensando donde me voy ahora a la playa - menudos bolos – o a la montaña. Y en esa tesitura estoy. Creo que me voy a tumbar otro rato…

He logrado vencer el tedio y me “emperifollado” para el baño. La zona es poco romántica, pero el agua está cojonuda y las piedras – más bien bolos – permiten una práctica del baño digna.


Salgo totalmente relajado, y veo un barranco cañero cerca, ¿ será el del puente más largo de Europa ?, le pregunto a un habitante local y me dice que está a tomar por culo – media hora en coche -. Con la esperanza de secarme un poco me voy a mirar una especie de maqueta de la Santa María a tamaño natural.


Poco a poco, voy subiendo barranco arriba disfrutando de la vegetación local y del ambiente que se respira. El barranco de las Nieves, flanqueado por altas paredes volcánicas llenas de plantas crasas y de piedras. Otra cosa no, pero piedras…



En algunos agujeros, tipo geodas, los han habilitado para guardar el ganado o poner algunas plantas.
Al final se divisa una especie de estructuras en lo alto de la montaña, parecen un acueducto pero a esa altura…Como uno es curioso, ataviado con el bañador – al más puro estilo guiri – me lio a todo meter por el barranco.

Al final llego a una especie de circo con las estructuras en lo alto y un magnífico árbol – un drago – en su base. Unos tubos bajan dellas pero no se puede acceder. Sigo a través de un túnel hasta el valle vecino y allí alucino con el aprovechamiento del terreno; un campo de fútbol encima de un edificio. Le pregunto a un joven y me indica que las estructuras son antiguos molinos y se puede acceder mediante unas escaleras, y que incluso los edificios están habitados.

Subo las escaleras y la visión es increíble, una acequias dirigidas a unos regolfos en medio de ningún lado. Maldigo mi malaje – no llevo la cámara – pero solamente había salido a darme un bañito.
Al final acabo recorriendo todos los molinos hasta que la senda se dirige hacia la siguiente montañita. Es una autentica obra de artesanía e ingeniería. Desciendo por otra senda que se dirige hacia Santa Cruz. La ruta se llama; “senda de los molinos”.

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